¿Nuevas realidades o repetición de un ciclo histórico?
El precipitado derrumbe de los precios del petróleo, más de 50 dólares el barril, desde junio a diciembre de 2014, ha hecho surgir un conjunto de hipótesis y pronósticos que, como comentábamos en un trabajo anterior, están matizados por las preferencias políticas y económicas del predictor. Pero lo cierto del caso es que se hace necesario profundizar en el análisis de las causas de ese fenómeno, aún a riesgo de cometer errores, como de hecho hemos cometido, a la luz de la información disponible en el momento, aún a sabiendas de que incorporan componentes de manipulación de los concurrentes en ese mercado y del sesgo interesado que observamos en el análisis de terceros.
Precisamente, y sin olvidar los pronósticos fallidos del FMI, la AIE, Goldman Sachs o Merryl Linch, debemos referirnos a nuestro propio pronóstico desmentido por la realidad, hace tres meses, expresado en el programa Vladimir a la 1 de Globovisión:
Los precios están el nivel en donde no pueden bajar mucho más. ...dada la circunstancia de los nuevos petróleos que se acaban de incorporar al mercado, este nivel de entre 90 y 100 es algo así como el piso de una cama elástica, es posible que la perfore, es posible que lleguen más abajo, pero inmediatamente van a rebotar.
Esa visión de la inmediatez del rebote partía de la constatación hecha por diversos analistas, según los cuales el costo de producir petróleo “ligero y difícil”, el light tight oil de los esquistos, así como los de aguas profundas y arenas petrolíferas, se ha convertido en el costo marginal de producción, definido éste como el costo de extraer el último y más costoso barril requerido para satisfacer la demanda. Ese costo está ligado en lo fundamental a los precios de largo plazo. Si los precios caen por debajo de ese nivel, no habrá incentivos para producir esos barriles y la demanda se mantendrá insatisfecha hasta que los consumidores estén dispuestos a pagar más.
Como ahora es evidente, esa visión peca de unilateral y deja de lado los ineludibles componentes geopolítico y especulativo que siempre han acompañado la determinación de la variable precios en el mercado petrolero. De igual unilateralidad pecan, también, los análisis que se centran en la evolución reciente de los “fundamentos del mercado”, oferta, demanda e inventarios y pronostican una larga era de precios limitados por un techo bajo, a nivel de los “costos de equilibrio” de los productores más eficientes del crudo de lutitas norteamericano.
Este es el caso de las proyecciones del FMI para el lapso comprendido entre 2015 y 2019, el cual, en su boletín iMFdirect, publica un trabajo de miembros de su staff que, además de cantar loas a los beneficios que para las tasas de crecimiento de la economía global generará la naciente era de precios bajos, estiman un precio de 70 dólares el barril, con unos desmesurados intervalos de confianza, que oscilan entre un mínimo de 38 dólares el barril y un máximo de 115, para un intervalo del 95% y entre 48 y 85 para el intervalo de 68%, rangos suficientemente amplios como para asegurar, en cualquier caso, que ellos siempre lo anticiparon.
La realidad de los precios del crudo marcador WTI se sigue moviendo ahora, a finales de diciembre, en torno a su menor nivel en cinco años, 54 dólares el barril, mientras que un reciente trabajo de Goldman Sachs y Bloomberg registra las estimaciones de diversas fuentes que en promedio avizoran un alza paulatina durante el año 2015, hasta alcanzar los 82 dólares en diciembre.
Al analizar estos escenarios surge la pregunta: ¿Estamos realmente en el inicio de una nueva era de precios bajos o, como refiere el trabajo citado, se trata de uno de los picos de baja de los precios, similares a los que se han producido desde 1984 dentro de una tendencia general ascendente? Las siguientes láminas son de esa publicación.
Por Carlos Mendoza Potellá
Profesor de Economía Petrolera
cmendop@gmail.com
Lea el artículo completo en la edición 295 de la revista DINERO.
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