Viernes 19 de Abril de 2024

Claves para detectar a un defraudador

EMPLEOS
¿Quién comete un fraude? Prácticamente cualquiera. ¿Cuáles son las características que se deben identificar? Para eso, justamente, es el Perfil Global del Defraudador que creó KPMG cuyo estudio arroja que alrededor de 61% de los casos son los empleados de la propia compañía.

Todos pueden parecer el empleado perfecto. E incluso, ser el más colaborador de todo el staff. Pero empresas e inversionistas deben estar muy pendientes, porque no siempre aquel más buena gente está mostrando su verdadero yo. Actualmente, las organizaciones deben estar conscientes de que los defraudadores, no solo pueden estar adentro, sino también tener distintas características.

¿Quién comete un fraude? Prácticamente cualquiera. ¿Cuáles son las características que se deben identificar? Para eso, justamente, es el Perfil Global del Defraudador que creo KPMG cuyo estudio arroja que alrededor de 61% de los casos son los empleados de la propia compañía. De ese grueso, en 70% de los fraudes, el ejecutor analizó la dificultad de actuar por sí solo, por lo que decidió trabajar en complicidad con otros. Y de allí, 42% tomó su tiempo antes de cometer cualquier acto fraudulento en contra de la compañía, para la cual trabajaron por más de seis años.

Déan Friedman, líder de la Red de Investigaciones de KPMG en la región de Europa, el Medio Oriente y África para la Práctica Global Forense asegura que “los especialistas en fraude han debatido por mucho tiempo la posibilidad de establecer características bien definidas del perfil de un defraudador, al punto que les permitan a las compañías capturarlo en el acto o incluso antes de que se cometa la estafa. “Por ahora, la posibilidad de predecir una conducta irregular antes de que ocurra sigue siendo un tema de ciencia ficción. Sin embargo, el análisis de la naturaleza cambiante del fraude y del defraudador puede ayudar a las compañías a fortalecer sus defensas contra esta actividad criminal. Prevenir vale por dos”.

 

Oveja por fuera, lobo por dentro

El estudio realizado tipifica a quienes comenten fraude y llega a la conclusión que todos son más o menos así:

  • Edades comprendidas entre 36 y 55 años (70% de los defraudadores tiene entre 36 y 55 años de edad).
  • Ejerce algún cargo ejecutivo, en Finanzas, Operaciones o Ventas/Mercadeo.
  • Ocupa un cargo en la Gerencia o Dirección (25% y 29%, respectivamente).
  • Ha sido empleado de la compañía por más de seis años.
  • Un defraudador oportunista, aquel que comete la conducta irregular por primera vez, es un empleado que se encuentra en un cargo de confianza y cuyo comportamiento delictivo es sorpresivo para el resto de sus compañeros. Son menos comunes los predadores que buscan una compañía para iniciar un complot inmediatamente después de haber sido contratados y deliberadamente estafarla, sin remordimiento.

De la noche a la mañana

El estudio de KPMG, que recoge experiencias vividas en empresas de más de 75 países alrededor del mundo, revela que los tres elementos conductores fundamentales para cometer un acto fraudulento (motivación, oportunidad y justificación)* continúan siendo los puntos centrales y más importantes. Sin embargo, la aptitud cambia constantemente, lo que genera cambios en el perfil del defraudador. Si quieren reducir el riesgo de fraude, las compañías deben entender el comportamiento cambiante de quienes hacen fraude. Del mismo modo, responder con rapidez cuando ocurran las conductas irregulares.

A este respecto, Phil Ostwalt, Coordinador Global de Investigaciones para la práctica Global Forense de KPMG y líder de investigaciones en EE.UU.  asegura que “lo que intriga verdaderamente acerca del fraude es su cambio constante; es como una cepa de gripe: es posible eliminarla hoy, pero el año siguiente evolucionará en algo peor”.

Uno de los cambios más importantes con respecto al perfil del defraudador es la implementación de la tecnología, sea ésta de muy avanzada o no. Obviamente, esto depende de los países y de cuán de punta sea su plataforma tecnológica, pero es lógico que independientemente de esto, la humanidad está presenciando el nacimiento de una nueva generación de personas con la capacidad de usar más hardware y software y de acceder a más información que las generaciones anteriores, lo cual apunta a una nueva era para el fraude y las actividades ilícitas.

“Las compañías no pueden permanecer inmóviles y permitir que controles antiguos se apliquen al defraudador moderno”, dice Ostwalt, quien agreg que “la tecnología no solo es útil para el defraudador, sino que también lo es para la defensa de la compañía. Los nuevos alcances, tales como el análisis y la minería de datos le dan a las empresas más oportunidades de atrapar a aquellos que quieren hacer trampas”.  

Considerar los tres inductores de fraude: la oportunidad, la motivación y la justificación, resulta de mucha utilidad para comprender el perfil del defraudador. De acuerdo con

los especialistas de la Práctica Forense de KPMG en China, “las personas cometen fraude cuando las tres condiciones se dan simultáneamente, como una tormenta perfecta: la motivación, la oportunidad y la habilidad para justificar el crimen. Esto explica las razones por las cuales ocurre el fraude y el porqué un tipo particular de personas se convierte en defraudadores”. Los tres inductores son parte de una metodología estándar que desarrollaron los especialistas en fraude en los años 50. Se puede incluir la habilidad como un componente de oportunidad para crear una imagen mucho más completa de la persona que comete fraude. Esta es una manera de entender dicha imagen: el posible defraudador ve una puerta abierta mediante la oportunidad; la motivación y la justificación lo impulsan hacia la puerta, y su habilidad le permite cruzarla.

El estudio mostró que la debilidad de los controles internos ha contribuido en más de la mitad de los casos de fraude (54%), lo cual demuestra que si las compañías reforzaran las medidas de control y supervisión de sus empleados, se reducirían considerablemente las oportunidades de que éstos cometieran fraude. Pocas veces, las compañías se enfocan en establecer los controles adecuados para prevenir fraudes y aprenden la lección cuando es demasiado tarde.

No obstante, reforzar los controles internos no evita que se cometa un fraude. En 20% de los casos éste se cometió de forma descuidada, sin prestar atención a las medidas de control; mientras que 11%, los defraudadores actuaron en complicidad con otros para eludir tales controles. En estos casos, el defraudador pudo haber sido alguien que conocía cuáles eran los controles y sabía cómo manipularlos o accidentalmente encontró una falla en los sistemas de control y decidió aprovecharse.    

Pero aún hay más sobre los defraudadores

Este estudio realizado entre 2011 y 2013 por expertos de KPMG y que involucraron casi 600 casos, da cuenta de más razones por las cuales un empleado se convierte en defraudador:

  • Casi siempre es por dinero: la razón más común para cometer fraude es de origen económico. De una lista de 1082 motivos posibles, 614 estaban relacionados con la codicia, los beneficios económicos y las dificultades financieras; mientras que 114 estaban relacionados con objetivos corporativos. El único motivo no económico que se acercó (106) fue la simple posibilidad (o “porque se puede”).
  • Romper las reglas: Casi un tercio de los defraudadores (36%) mostró un sentido de superioridad como razón para cometer el fraude, lo cual puede estar asociado al hecho de que 29% de los fraudes fueron cometidos por parte de directores ejecutivos, el cargo más alto para una sola función.
  • Conductas irregulares comunes: El tipo de fraude más común es el de la malversación de activos con 56%, del cual 40% corresponde al desfalco y 27% a la adquisición de bienes. El segundo tipo más común de fraude es el relacionado con la ganancia de activos obtenidos ilícitamente o de manera fraudulenta con 24%.
  • No es un acto en solitario: Cuando el defraudador actuó en complicidad con otros, 74% de los fraudes se cometió entre uno y cinco años. De allí, 18% de los fraudes le costó a la compañía entre US$50.000 y US$200.000. En 43% de los casos, el impacto en las compañías víctimas fue de más de US$500.000, y de estos casos 16% superó los US$5.000.000, mucho más que el costo de los casos en los que el defraudador actuó por su cuenta.
  • Cultura de corrupción: En una gran medida, la cultura ejerce influencia sobre nuestras acciones y determina lo que consideramos un comportamiento ético y adecuado. En tal sentido, resulta interesante destacar las diferencias regionales particulares en los hallazgos.

 

En términos globales, se hallaron elementos de chantaje y corrupción en un tercio de los casos de fraude (33%). En comparación con 24% en EE.UU, 48% en China, 64% en la Comunidad de Estados Independientes (CIS) y 67% en África Occidental.

“Finalmente, el defraudador del futuro dependerá de las oportunidades actuales”, afirmó Ostwalt, y agregó que “hace dos décadas, sustraer dinero de un banco era usualmente el trabajo de una banda muy unida, a veces utilizando métodos violentos o firmas falsas para lograr su objetivo. En la actualidad, las posibilidades para sustraer dinero en un banco han cambiado gracias a Internet, los dispositivos inteligentes y la habilidad de analizar grandes cantidades de información.

Aun cuando el paisaje del fraude no ha variado mucho en los últimos años, las compañías deben observar el horizonte de los siguientes 18 meses para determinar si un cambio en la economía o en el entorno afectará su riesgo de fraude”. 

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